lunes, 22 de junio de 2009

Las caras más tristes del clásico de La Plata



¨Me quiero matar¨, dijo Hugo Illaro cuando sonó el pitazo final de Gustavo Bassi en el empate 1-1 entre Gimnasia y Esgrima La Plata y Estudiantes, en el marco del clásico de la "Ciudad de Las Diagonales". Y es que el oriundo de Tolosa no podía creer que nuevamente la hinchada "pincharrata" se riera de su equipo, después de haber celebrado el empate en el séptimo minuto de descuento, cuando finalizaba el duelo.
El colombiano Alejandro Pérez Echeverry y el chileno Daniel "Bam Bam" Grunberg observaron desconsolados a su amigo, y al igual que él, estaban tristes. No tanto por el desenlace del encuentro, sino porque anhelaban continuar de fiesta y para ello ya habían ideado un plan.
"Si gana el Lobo, hacemos un asado y nos tomamos unos vasitos de Fernet", comentó Grunberg cuando iban en el auto rumbo a la cancha. Y es que un triunfo ¨tripero¨ hubiera sido un acontecimiento histórico, porque Gimnasia acumulaba una seguidilla de caídas ante su archirrival, incluyendo un 7-0 en contra.
Para Grunberg y el "Diablo" Pérez Echeverry, el viaje a La Plata había sido toda una aventura. El primero había salido temprano desde Almagro hacia Constitución, para encontrarse con su compañero de la Maestría de Periodismo de Clarín, a las 11:00 horas. Pero el transandino se llevó una sorpresa poco agradable en el lugar de la cita: miró su celular y leyó un mensaje de texto que decía: "Voy atrasado". Su amigo bogotano se había ido de rumba (fiesta para los colombianos) y lo hizo esperar durante 45 minutos.
En el ingreso al estadio Ciudad de La Plata todo transcurrió en estricta normalidad hasta que los policías revisaron a Daniel Grunberg, quien llevaba un diario bajo el brazo: "Che, pasame el Olé. No podés ingresar con eso a la cancha", le indicó un encargado del operativo de seguridad. El joven transandino no puso problema alguno para entregarlo, pero les comentó a sus amigos que le parecía increíble la medida. ¨Me lo quitaron porque están aburridos y quieren hacer algo. Podría haber entrado un cuchillo y me quitan el diario estos inútiles. En el único país que pasa esto es en Argentina¨, sostuvo.
Tanto el chileno como el colombiano cumplieron uno de los rituales de los fanáticos del fútbol argentino que van domingo a domingo a cualquier cancha del país: Comieron una hamburguesa, mientras vivían la previa del clásico.
Grunberg estaba loco en el estadio, donde demostró al máximo su interés por el fútbol: tomó fotos hasta el cansancio y con su cámara parecía un japonés frente a la Mona Lisa del Museo del Louvre, en París.
Un tremendo colorido adornaba la tribuna donde estaban apostados los tres amigos. Veinte mil banderas con la leyenda ¨el Lobo nunca abandona¨ flameaban en la hinchada local. Con el correr de los minutos el entusiasmo se transformó en tensión y dramatismo. En los últimos minutos del encuentro, Hugo Illaro no daba más. Ni siquiera los gritos de un personaje idéntico a Ricardo La Volpe (ex DT de Boca y la selección mexicana) lo hacían reír. Desde la popular, le daba instrucciones a los jugadores de Gimnasia y lo hacía al más puro estilo del "Cholo" Simeone: estaba parado y al borde de un ataque de pánico.
Sin embargo, los gritos del joven argentino fueron en vano. Estudiantes marcó el empate y la fiesta fue para la escuadra ¨pincharrata¨. La desazón fue tan grande para Illaro y compañía, quienes salieron con rostros cabizbajos del estadio. Otro hincha del Lobo, en tanto, se tomó el empate con más humor y le habló a Illaro, después de escuchar un par de acentos de otras latitudes.
"Para qué los trajiste a la cancha. Con este equipo van a sufrir siempre", aseguró el simpatizante con ironía.

1 comentario:

  1. Compañeroooooooo
    ¡Queremos tu diario de nuevo! Buena crónica.
    Saludos.-

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